Son escasas las referencias sobre el recinto amurallado de Alhaurín en la época islámica, por lo que debemos guiarnos por la toponimia existente del lugar que pudo ocupar. Lamentablemente, nada nos queda de esta muralla, que debí ser demolida para facilitar el crecimiento del núcleo urbano.

El Diccionario Madoz afirma que “los antiguos muros árabes circundaban el ámbito que se comprende desde el altar Mayor de la Parroquia, torre árabe, en dirección de la Plaza Mayor (hoy Plaza Baja) por el Callejón del Muro que cortaba interceptando la esquina de la casa palacio de la duquesa de Montellano, siguiendo por calle Altillo bajando a la antigua carnicería y volviendo por el Bajondillo a la misma torre donde se asienta la iglesia”. Una de las puertas de acceso estaría muy posiblemente en la Calle Puerta de la Villa.

Dicho espacio no supera la hectárea, por lo que se puede deducir que la población en aquella época rondaría los 500 habitantes, frente a los 15.000 de Málaga o los 3.000 de Marbella y Coín. Este recinto contaría con una zona de calles estrechas con viviendas, una torre defensiva, una mezquita y una plaza dedicada al mercado (zoco) quizá la calle Zacatín derive de la palabra zoco.

La mezquita estaría donde hoy se encuentra la Parroquia de la Encarnación, donde aparecieron arranques de pilares, basas de columnas, y una construcción rectangular que podría ser el patio de abluciones en las obras de restauración del templo, llevadas a cabo entre 1989 y 1990. Lamentablemente, estos restos fueron cubiertos tras una excavación de urgencia durante las obras, perdiéndose así la oportunidad de desvelar una parte de nuestra historia, quizá de manera definitiva.

Junto a la mezquita, el recinto amurallado, del cual sólo queda el Arco del Cobertizo, siendo su uso algo difícil de concretar, está datado entre los siglos XII y XIII.

La necrópolis se situaría extramuros, en la actual Calle Nueva, donde en 1834, Ildefonso Marzo, erudito nacido en la localidad, hizo una excavación en varias tumbas. Más tarde, en 1870, Manuel Rodríguez de Berlanga reflejaría otros enterramientos encontrados en Calle Cruz.

En esta época, la agricultura y sus derivados era la principal fuente de riqueza. El Catastro del Marqués de la Ensenada señala que los principales cultivos de Alhaurín eran olivos, higueras y viñas, además de perales, ciruelos, granados, cerezos, nogales y morales. La huerta de regadío llegó a la península ibérica con los romanos, pero fue en la época de dominio islámico cuando esta técnica tomó su mayor esplendor.

La abundancia de manantiales y cursos fluviales en Alhaurín provocó que a lo largo de su historia se hayan construido diferentes edificaciones para el aprovechamiento de sus recursos en las riveras como acequias, aljibes, albercas, incluso acueductos, como el de origen romano del camino de Coín, hoy desaparecido y que muy probablemente sería reutilizado en la época islámica.

Una de las construcciones más importantes en cuanto al aprovechamiento del agua serían los molinos, algunos de ellos han llegado hasta nuestros días en buenas condiciones. Estos edificios seguramente fueron reconstruidos en época ya cristiana tras la toma de la villa en 1487, ya que una de las devastadoras tácticas de guerra utilizadas por los Reyes Católicos era la tala de árboles y la destrucción de estas construcciones, ya que así impedían la fabricación de harina o de aceite, piezas claves en la alimentación de la población.

El molino que mejor se ha conservado de ellos es el muy conocido “Molino de los Corchos”, propiedad de la familia Galiano, que con varias generaciones de molineros lo han mantenido y cuidado hasta nuestros días con a penas modificaciones de su construcción original. Situado sobre el Arroyo Sanguino y el río Fahala, a los pies del yacimiento de la Fortaleza de Fahala, debe su nombre a que en buena parte del siglo XX se dedicó a moler corcho para el envasado de la uva que se exportaba desde el puerto de Málaga, permitiendo que este fruto llegase en buenas condiciones a su destino. Dicha construcción está formada por una vivienda con tejado a dos aguas y pocos vanos. El interior esta ocupado por la sala de molienda, siendo ésta la estancia principal y donde se encuentra la maquinaria, numerosos objetos agrícolas y un arco de ladrillo que quizá sea el único elemento que queda de la primitiva construcción islámica.

La maquinaria se pone en funcionamiento gracias al caudal de agua que llega a través de una acequia desde el nacimiento de Las Torres, situado a 2km del molino. El agua entra por la parte trasera del edificio, cayendo por el Cao, una construcción cúbica que lleva el agua desde la acequia hasta dos bóvedas ligeramente apuntadas ubicadas bajo el edificio que albergan los rodeznos (dos grandes ruedas de madera de encina o alcornoque provistas de cucharas). Al caer el agua sobre estas ejerce una presión que hace girar dos ejes conectados con las ruedas de moler ubicadas en la sala de molienda. Se denomina volandera o corredera a la rueda que gira sobre la fija, llamada solera, una rueda fija sobre la que cae el trigo y donde vuelta a vuelta va dejando caer la harina por un lateral a un saco te tela. Estas ruedas están realizadas en piedra caliza del Torcal de Antequera y el molinero tenía que levantarlas cada cierto tiempo para tallarles unos surcos que condujesen la harina al exterior de la solera, evitando así que el grano molido se quemase entre las dos piedras. Es el molino mejor conservado de la provincia y el único que aun funciona a la manera tradicional.

Existen otros molinos de estilo similar en nuestro término municipal, como el de Tahona, el de juan Galiano o el de Maroto, que aún se encuentran en un estado de conservación medio.

Llegaron a haber unos 8 molinos aproximadamente alrededor de la Fortaleza de Fahala, lo que puede indicar varias cosas como la importancia del propio recinto despoblado de Fahala o la importante industria agrícola que existía en la época islámica en esta zona. También en el casco urbano de Alhaurín se ubicaron numerosos molinos, de ahí el nombre de las calles Molinos de Arriba y Molinos de Abajo.

En el próximo artículo seguiremos hablando de la época andalusí del municipio y de los monumentos que nos han llegado hasta hoy, como los restos de la Fortaleza de Fahala y la Torre de Hurique.

 

Escrito: Juan Pablo Rueda Aragón, Historiador del Arte.

Bibliografía:

Morillo del Castillo, M. A. y Pérez González, S.D., La Época andalusí en Alhaurín el Grande, Guadalhórcete, Al -sur del Al-Andalus. Pp. 193-205. GDR Valle del Guadalhorce. 2007.

Loriguillo Millán, M. E., La arquitectura tradicional y otras estructuras de interés singular. Pp. 162-169. GDR Valle del Guadalhorce. 2008.

Castillo Benítez, J. Historia de la Villa de Alhaurín el Grande, Ayuntamiento de Alhaurín el Grande. 2018.

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